¿Confundimos la “velocidad con el tocino”? (“modernidad sólida” vs. “modernidad líquida”)
- Yolanda Panisello

- 20 abr 2018
- 7 Min. de lectura
Por Yolanda Panisel·lo
Ya no es ninguna novedad, que vivimos en una era de globalización, donde los cambios van a veces a la velocidad de la luz y este hecho que por un lado puede parecernos en un principio una ventaja, muchas veces puede ser causa, de incertidumbre, inseguridad, desánimo y frustración.
Estamos inmersos en una sociedad cada vez más impaciente, donde la ciencia cada día hace descubrimientos asombrosos y necesarios y donde esa impaciencia, en muchos casos se puede tornar en contra nuestra y jugarnos malas pasadas.
No es ninguna novedad el hecho que el ser humano, se podría decir que es el único animal en la faz de la tierra que se boicotea a sí mismo, vaya a mi parecer no he visto a ninguna otra especie que se boicotee a sí misma, un león tiene muy clara cuál es su misión y como ejecutarla. Claro que la complejidad funcional del cerebro de un león, no es la misma que la del ser humano.
Pero realmente porque sucede esto. Bien una de las respuestas las tenemos en la propia estructura, funcionalidad y biología de nuestro cerebro, que como es sabido, es la herencia de tres cerebros (el reptiliano (o motor) el mamífero (o emocional) y el pensante (o neocórtex), en constante interdependencia e interacción. Pero este tema en cuestión, lo pienso tratar en otros post, si no os importa.
Hoy me quiero centrar en un aspecto mucho más sociológico y que de hecho celebres sociólogos ya lo han ido anticipando, y creo que es un gran responsable, de lo que sucede a nivel global hoy, en muchas sociedades a nivel mundial. La volatilidad en la que estamos inmersos constantemente y que en mi humilde opinión hace que a veces perdamos el mundo un “poco” de vista.
Hace unos días me sucedió una “anécdota” un tanto curiosa, o al menos para mí, ya que es posible que para muchos lectores, en cuánto la lean, es probable que la vean de lo más normal y simple, pero en mi dejó una marca, a modo de reflexión interna “¿Qué está pasando? O mejor dicho ¿Qué nos está pasando?.
Bien como os iba comentando, la anécdota en cuestión fue la siguiente:
Hace una semana aproximadamente, fui a un polideportivo a practicar natación, ya que es una actividad que en mi caso me aporta muchos beneficios y bienestar físico y emocional. Al finalizar mi entreno particular, me dirigí a los vestuarios y evidentemente a las duchas, como es obvio. Tuve la suerte ese día de poder escoger una ducha individual cerrada y así poder ducharme con toda la tranquilidad y privacidad del mundo, ya que en ese horario en concreto no había prácticamente nadie, bueno no había, hasta que…. De repente se oyen en la puerta de la ducha unos golpes, para intentar entrar y se escuchaba “está ocupat”-“está ocupat” (está ocupado-está ocupado). Yo en ese momento no podía entender lo que estaba sucediendo, ya que no era la única ducha que existía, ni la única disponible, pero las personitas que no paraban de dar golpes en la puerta, probablemente pensaron que si era la única. Digo personitas porque eran dos niñas preciosas de 8-9 años aproximadamente.
Yo en ese momento no podía entender, como es que se podía llegar a esa situación, ya que las niñas no estaban solas, su contexto era, que iban con la escuela para hacer cursillos de natación e iban acompañadas de “responsables” adultos, bueno lo de responsables, déjenme que lo ponga en duda. El asombro en cuestión viene, porque yo que soy de la generación de los años 80, en su momento me enseñaron, que debía respetar a los adultos, no dar golpes en puertas sin más, y mucho menos intentar abrirlas, sabiendo que hay alguna persona dentro.
Evidentemente, muchos de ustedes pensarán “bueno tampoco es para tanto” total son dos niñas, no son realmente conscientes de la situación, a lo que yo les respondería, “probablemente”, pero para ello existen las personas adultas, para que las puedan guiar y acompañar. Yo también fui niña y también cometí travesuras, pero siempre tuve a mi lado, ya fuera a nivel familiar o escolar un adulto, que me sabía reconducir, si el comportamiento no correspondía. Pero en aquella ocasión, nadie las dijo nada, nadie las recondujo y cuando finalicé la ducha, allí estaban expectantes y sin entender porqué no podían entrar a su ducha favorita.
Pero más allá de esta anécdota, que no es el objetivo del presente post, ¿de dónde surge esta impaciencia, esta inmediatez, y por qué no decirlo falta de respeto?
Bien pues algunas respuestas las podemos encontrar en el excelente libro Tiempos líquidos: vivir una época de incertidumbre, del recientemente fallecido, gran sociólogo filósofo contemporáneo Zygmunt Bauman.
En su libro, Bauman afirma que la transición de la modernidad sólida hasta nuestro días ha evolucionado y se ha debilitado, hacia una modernidad que él la llama “líquida”, en contraposición, a las anteriores sociedades sólidas.
Según Bauman en la actualidad, la sociedad vive sin unos patrones estables, constantemente nos estamos adaptando a nuevas necesidades, que surgen de las imposiciones de la sociedad, sin ninguna planificación previa, ni previsión. Caminando hacia una incertidumbre constante, dejándonos arrastrar como si fuéramos partículas del agua, sin poder decidir ni la trayectoria ni el camino. Esta incertidumbre es lo que él lo denomina como “modernidad líquida”.
Esto lo podemos ver reflejado en muchos modelos actuales, por ejemplo en los modelos educativos (ya entraremos más adelante en otros artículos), pero sobretodo en los modelos laborales.
Si antes uno de los grandes objetivos, era tener un trabajo estable, fijo y estático, donde la antigüedad y fidelidad a la empresa, se llegaba a recompensar y reconocer. Ahora podríamos decir que es justamente lo contrario. En la actualidad se podría decir que el sentido del compromiso y la lealtad laboral se han perdido, ya sea por los reajustes de personal, los cortes presupuestarios, el incremento de los impuestos y el bajo incremento de los sueldos, el enfoque de muchos empresarios que prefieren cubrir los puestos de forma temporal……Todas estas causas, se podría decir que son exógenas (es decir de origen externo).
Pero y nosotros, ¿qué papel decidimos tomar? Bien Baumann en su libro nos habla del individualismo en la modernidad líquida como prácticamente una condición sine qua non que se da en nuestra sociedad. Donde la respuesta la encontramos en la desconfianza que existe entre las personas, y la incertidumbre a la que antes hacía referencia, que hace que podamos sentir que llevamos una vida sin un rumbo, o sin saber hacia dónde ir. Esto ha conllevado que en la era tecnológica que nos encontramos inmersos, haga que la modalidad laboral tradicional, deje paso a otros tipos de modelos laborales, donde existe una diversidad de alternativas que proporcionan una fuente de ingresos volátil, que se ve reflejado en la fluidez de las redes del mercado laboral virtual.
Esto tiene consecuencias, en el sistema relacional actual, donde antes los niños se divertían con un simple palo de madera –mítico anuncio: https://www.youtube.com/watch?v=rGNHzqyuZsc- a que si ahora no tienen un móvil o una tablet sean incapaces de relacionarse. En la infancia actual, no se forjan los valores de una amistad afectiva con presencia física real, sino que los vínculos se generan en ese mundo virtual, en el que imperan los “likes y los followers o haters”, generando que esa vinculación carezca de una solidez real en la base y sea mucho más débil y volátil.
Pero esta liquidez también ha modificado los patrones del consumismo. Si antes los modelos consumistas, se basaban en adquirir los productos en función de las necesidades que cubrían, llevando como contrapunto que se valorara mucho más la adquisición de los mismos, ahora lo que se estila es la inmediatez del momento. Es decir nos movemos por querer cubrir necesidades realmente inexistentes, basadas en el mero hecho de la innovación. Por lo tanto puedo comprarme hace tan solo 9 meses un ipod-pro….y en la actualidad ya existe una modificación actualizada del mismo, haciendo que el que yo adquirí hace menos de un año, sea anticuado o poco innovador. Esto puede conllevar al gran error de querer vivir, por encima de nuestras posibilidades, donde se asume como normalidad, lo que antes era un hecho excepcional, como podía ser la adquisición de créditos personales, los cuáles se miraban con cierto recelo e incluso rechazo o carga negativa a nivel de percepción por parte del consumidor.
Pues ahora, incluso la publicidad da una gran muestra de ello, un montón de empresas on-line, que te conceden créditos al instante, tentando al consumidor a caer en ese terrible círculo vicioso de deudas. Y lo paradójico es que en un inicio caemos en la trampa, pensando que nos va a llevar, a la felicidad personal, a sentirnos plenos, a que estamos cubriendo nuestras necesidades y ahí está la gran “Falacia”. Porque cuando llegan las facturas a fin de mes, lo que nos genera es una carga emocional negativa, de inseguridad, incertidumbre, y por qué no decirlo una gran frustración interna, porque no es la situación deseada y esto como contrapunto nos puede llevar a una gran infelicidad.
Aquí es donde nosotros confundimos “la velocidad con el tocino”, o dicho en palabras de la fabulosa metáfora (modernidad líquida) de Zigmunt Bauman, la cual ha recibido una gran aceptación, en la explicación que nos da acerca de los cambios que nos ha conllevado esta postmodernidad, en diferentes áreas de nuestra vida.
El reto aquí será entender que estos cambios a los que nos han llevado esta postmodernidad, tiene sus pros y sus contras (como todo en la vida) y que lo que nos tocará hacer es dos cosas:
1. Por un lado analizar qué medidas de prevención y/o anticipación decidimos poner en marcha ante esta situación de constante incertidumbre en la que estamos inmersos
2. Qué papel decidimos tomar, o bien co-responsabilizarnos de nuestras decisiones individuales, que acaban teniendo una consecuencia colectiva, es decir aceptar este nuevo modelo de vida momentáneo y aprender a adaptarnos a él, pero asumiendo en todo momento nuestras decisiones o dejarnos arrastrar por esa volatilidad atractiva, cayendo en la trampa de no darnos cuenta realmente hacia donde queremos ir realmente.
En definitiva la decisión es tuya ¿Qué opción crees que será la tuya?

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